Artículo escrito por Maria Ängeles Sagasti Lacalle
10/01/2023
De entrada, decir que no es fácil aceptar una crítica. Menos todavía, si te la hacen un mal momento, lo que suele ser bastante frecuente. Lo habitual es que reaccionemos a la defensiva y, como resultado, nuestras relaciones sociales se compliquen más de lo que ya estaban.
Algunas de las más comunes son las siguientes:
1ª. CONTRATACAR: Es decir, reprobar o intentar descalificar al que criticó. Si es posible con mayor dureza que él. El resultado no mejora la situación. Más bien empeora, sumándose además el enfado y en casos más graves, la pelea.
2º. NEGAR ABSOLUTAMENTE LA CRITICA: Ya no es relevante, siquiera, si el otro puede llevar parte de razón en lo que dice . En este tipo de respuestas, lo que domina nuestra mente son viejas creencias del tipo: “debo parecer impecable ante los demás” o “cometer errores es fracasar”.
3ª. ACEPTARLA COMO VERDAD: En actitudes de este tipo, el censurado interpreta internamente que ha cometido un error sin llegar a analizar si está de acuerdo con ese juicio negativo o no. Lo que hacen es Interiorizar el supuesto error como una muestra de su poca valía . Como consecuencia, ante los reproches, aparecen sentimientos de culpa, de tristeza y hasta la depresión.
La buena noticia es que existen formas adecuadas de asumir la reprobación de los demás. Hay que empezar por asumir que todo el mundo tiene derecho a hacer críticas, incluso a nosotros.
También, pero no menos importante, tener en cuenta que, mientras no se demuestre lo contrario, una crítica solo expresa la opinión de alguien, no necesariamente la realidad. Teniendo esto claro ya no se percibirá un juicio negativo como una amenaza. En consecuencia, no comportará el comportamiento a la defensiva.
Una buena estrategia de respuesta consiste en pedir aclaraciones. Que se concrete lo que ha molestado. Para ello se puede preguntar en términos como: ¿a qué te refieres exactamente?, o ¿podrías precisar que te disgustó?… Si uno presta atención, buena parte de críticas que se hacen son ambiguas e imprecisas. Con descalificaciones genérticas, del tipo : ¡no hay quien te aguante!, ¡eres un desastre!,o ¡no sabes hacer tu trabajo!..es imposible entender que te está molestando concretamente y, menos aún, que solución se le puede dar.
Delimitar la queja es positivo porque permite:
1º. Discernir si es una queja honesta . Es decir, con ánimo de manifestar un malestar y proponer un cambio, o maliciosa. Esta segunda, tiene el objetivo de humillar o castigar y, al pedir que se detalle el problema, el interlocutor se verá en apuros
2º. Pedir aclaraciones sobre la queja: Así, el interpelado pone a salvo su autoestima no admitiendo que le descalifiquen con acusaciones genéricas. Además, puede reconducir al crítico hacia lo que verdaderamente demanda. Si siguiera con la descalificación, lo conveniente sería aplazar la aclaración para otro momento
3º: Una vez matizada la crítica aceptar la parte de razón que pueda llevar el otro. Y razonar lo que no se piensa modificar.
4º Negociar sobre sus requerimientos y los propios, de cara a encontrar alternativas para las próximas ocasiones
5º: Mantener la relación Es decir, no añadir tensión. Ser capaz de charlar de otros temas: De relativizar el asunto.
“Las críticas no serán agradables, pero son necesarias.”
Winston Churchill (1874-1965)